Hoy me dan la alternativa


Papaver rhoeas, la amapola silvestre (pero mucho, amante de esos campos verdes capaces de fundirse con cielos despejados, de filtrar la brisa del

interior entre las briznas de la hierba), especie del género papaver, es una planta de ciclo anual que alcanza más de 50 cm de altura. Florecen de

principio a final de la primavera (por mucho que les guste el sol mediterráneo y/o atlántico). La amapola se ha asociado a la agricultura desde épocas antiguas. Su ciclo de vida se adapta a la mayoría de los cultivos de cereales, floreciendo y granando antes de la recolección de las cosechas. Aunque se la considera una mala hierba (hahahaha) es fácil de combatir con los habituales métodos de control de plagas: arrancarlas de raíz, aunque a veces es mucho mejor que el jardín se llene de amapolas malvadas capaces de enderezar robles, de derribar muros con la palabra y hundir orgullos con sólo ser sincera y directa. Ahora que se arrancado a sí misma de un jardín prolijo en hierbajos será cuando crezca presa del gigantismo y se convierta ella misma en un gran florón, uno de esos que convierten los jardines en selvas.